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miércoles, 16 de marzo de 2016

funchal

La ciudad de Funchal de hoy día difiere mucho de la de antaño, conocida por sus piratas y sus campos de hinojo. Ahora se ha convertido en una ciudad moderna, cosmopolita y rejuvenecida, famosa por unos lujosos restaurantes, unos novísimos hoteles de cuatro y cinco estrellas y un clima excelente durante todo el año, además de por su mayor exportación, el afamado futbolista Cristiano Ronaldo. En pocas palabras, hoy se la conoce por su estilo y por su esencia.

La ciudad en sí está asentada en una gran cuenca natural, de cara al Atlántico y rodeada de escarpadas montañas. Está situada al sur de la isla de Madeira, en la costa más soleada y en medio de plataneras y maravillosos jardines, donde se cultivan flores durante todo el año al cobijo de unas montañas de color esmeralda. Es una ciudad, pues, exuberante, verde y tranquila, pero si ahondamos un poco en su superficie encontraremos una vida nocturna vibrante, con variadas ofertas y múltiples facetas.

Funchal ha sido durante años uno de los puertos de escala más importantes para cruceros, por lo que posee un dique a tal efecto en medio de la ciudad. De hecho, el atraque en el Puerto de Funchal está catalogado como uno de los más espectaculares de todo el mundo, a la par que el de Río de Janeiro. Hoy es ya tradición que casi todos los viajes inaugurales de los trasatlánticos europeos se realicen aquí y es normal ver más de cuatro buques en cualquier época del año. Una vez en tierra, las cafeterías, los restaurantes y toda la historia que rodea a esta singular capital están a pocos metros caminando.

Además, los turistas que visitan Funchal pueden disfrutar de múltiples actividades como el surf y el buceo en sus aguas cristalinas, los paseos en barco, nadar con los delfines, embarcarse para avistar ballenas, las largas excursiones a pie por la costa y por los bosques y montañas impregnados de la fragancia de los eucaliptos, hacer parapente, disfrutar de los espectaculares campos de golf o simplemente tomar un aperitivo en los numerosos cafés al aire libre y en los locales ajardinados.

La principal ciudad de Madeira tiene una vida nocturna menos evidente que otras islas vecinas de similares características, como Gran Canaria o Tenerife, de modo que probablemente se perciba como una pequeña ciudad tranquila y sosegada, apta solamente para los que buscan la paz del cuerpo y de la mente. Sin embargo, nada más lejos de la realidad, porque como podrán comprobar los noctámbulos los jueves, viernes y sábados por la noche, Funchal cobra vida después de las doce de la noche. Para salir se puede elegir entre dos opciones: ir a bares y discotecas que abren hasta las 4 de la mañana o ir a las que abren de 4 a 7 de la mañana. Tanto los oriundos de la isla como los turistas que sean avispados cenarán a su hora pero, en lugar de salir directamente, irán a casa a relajarse por unas horas antes de prepararse de nuevo para estar de marcha toda la noche.

Funchal sigue sin perder su conocido encanto, ya que tanto los turistas de día que vienen a relajarse como los nocturnos que buscan la fiesta están extremadamente bien coordinados entre sí. Además, la ciudad no solo satisface las demandas de los turistas de más edad, que buscan tranquilos y largos paseos diarios, unos paisajes impresionantes o cenar al fresco; también es el retiro preferido de muchos jóvenes modernos y acomodados de Europa, entre los que hay muchos portugueses peninsulares que van a la isla los fines de semana para disfrutar de las fiestas hasta altas horas de la madrugada o de la diversión de sus discotecas, ya que no pasa lo que en otras ciudades europeas: aquí la criminalidad es tan baja que puede uno permitirse estar de día o de noche en cualquier sitio sin ver las típicas pandillas de bebedores empedernidos que no crean sino problemas en muchas zonas. Funchal es una ciudad de lo más segura, que la nueva ola de turistas “amantes de la diversión” disfruta y respeta a la par.

De los muchos festivales que se celebran quizá el más conocido sea el de Fuegos Artificiales de Año Nuevo, que ha entrado en el Libro Guinness de los Récords por ser el mayor del mundo. El espectacular Carnaval y el colorido Festival de las Flores, donde lo llenan todo los ritmos de samba y los desfiles con sus vistosos disfraces, son para no perdérselos. Cada noche de sábado durante el mes de junio, además, se celebra el Concurso Internacional de Fuegos Artificiales del Festival Atlántico, algo que impresiona por su majestuosidad.

La Navidad es una fantástica época de ensueño, llena de unas festivas luces que decoran toda la ciudad y el cielo nocturno, convirtiendo al centro de la ciudad en un país de las maravillas con lucecitas tintineantes que se alinean por las calles montañosas y que miran a Funchal como trémulas estrellas.

Finalmente, pero no menos importante, ¡no se olvide del famoso Festival del Vino!

Estas gentes saben cómo celebrar de verdad y lo compartirán todo con usted.

La historia de Funchal se remonta a cinco siglos atrás, cuando colonos portugueses se asentaron en la costa de una soleada y brillante bahía donde el hinojo (funcho en portugués) crecía en abundancia, por lo que se le dio ese nombre a la nueva ciudad. Con los años fue creciendo la población gracias al comercio internacional que atraía la atención de toda Europa. Hoy en día Funchal es una ciudad muy moderna que cuenta con unos 104.000 habitantes. Es una de las ciudades más seguras y limpias de Europa y un lugar orgulloso de sí mismo y, de hecho, es la ciudad líder en reciclaje de todo Portugal. El alcalde, D. Miguel Albuquerque, es muy respetado en la isla y es una muestra de que Funchal es una ciudad que mira hacia delante, que puede ser tanto hermosa como divertida, sin llegar a ser sucia o insegura. Las calles perfectamente adoquinadas del centro, junto con las modernas zonas de compras, las cafeterías, los bares, restaurantes y por supuesto los turistas, hacen de Funchal una ciudad interesante a la par que apasionante.

La tormenta – recuperación

Madeira es una isla tranquila con un clima benigno que no está sujeta por lo general a condiciones climáticas severas. Sin embargo, el 20 de febrero de 2010, una gran depresión atlántica, como la que no se veía desde principios del siglo XIX, dejó enormes precipitaciones durante semanas en las montañas. Las zonas turísticas y los hoteles no sufrieron ningún daño, pero el diluvio hizo que los ríos se desbordaran, causando inundaciones y daños que se limitaron a la proximidad de los mismos.

Siendo parte de una sociedad moderna, con un alcalde y unos concejales a la altura de las circunstancias, la isla se fue recuperando rápidamente y, aunque aún se perciban algunas heridas, Madeira ha surgido más fuerte y más preparada para acoger a sus visitantes que nunca. Se ha construido con todo el acierto una nueva avenida con los fragmentos que fueron recogidos.

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